Mariah en esta performance de Antología, logra uno de los registros más bajos de su escala vocal. Realmente impresionante, un verdadero tributo con una canción hermosa a uno de los más grandes del soul: Stevie Wonder.
Letra de "You and I"
Here we are On Earth together
It's you and I. God has made us
Fall in love. It's true
I've really found Someone like you
Will stay?
The love You feel for me
Will stay?
That you Will be by my side
To see me through Until my life
Is through
Well, in my mind
We can conquer the world
In love you and I
You and I, you and I
I am glad
At least in my life I found someone
That may not be here
Forever
To see me through
But I found Strength in you
I only pray That I have shown you
A brighter day
Because that's all That I am living for
You see
Don't worry What happens to me
Cause' in my mind
You will stay Here always
In love
You and I, you and I
You and I, you and I
In my mind
We can conquer the world
In love
You and I, you and I
You and I
viernes, 30 de abril de 2010
Mi primer día en el IER San Rafael... año 1997

Era muy joven cuando llegué a Chile. Era de madrugada y traía conmigo una maleta verde enorme que me había regalado mi prima y mentora, Patty.
“¡Mierdaaa que friooo!” susurré a Jim al bajar del bus, quien también llegaba a estudiar al San Rafa como yo.
- ¿Qué hora tiene sra. Juanita? – pregunté
- Son las 4 y treinta – respondió.
La sra. Juanita Carrasco, había sido la responsable de promover nuestro viaje; chillaneja de cepa, se había enamorado de un peruano en sus años mozos, con quien años más tarde viajaría a Perú a continuar con la hermosa misión de otorgar oportunidades educativas a campesinos.
Subimos a un radio taxi de color negro con techo amarillo y acerqué una de mis mejillas a la ventana y la sentí helada. Por un momento un pálpito cardiaco me apretó el pecho y me trajo una angustiante sensación de pánico “No me jodas Jorge” pensé. El taxi se detuvo en luz roja; y desde una estación de servicio, un hombre me miró fijamente.
El hombre no lo sabía, pero el muchacho que estaba viendo, no era igual al resto, era bastante pretencioso, arrogante a consecuencia de su autodesprecio y endofobia, rencoroso, mentiroso, misógino; y peor aún, misántropo. Cargaba mucha rabia, complejos, mucho miedo. El niño no le bajó la vista al empleado de la estación. Lo retaba desafiante. “Qué chucha me miras” pensaba el mocoso.
Luego y más allá, tras pasar por una pequeña villa, el auto cruzó la carretera Panamericana, se introdujo por una impresionante alameda y finalmente ingresó al Instituto. En ese mismo instante cuatro jóvenes salían del recinto.
- Son los lecheros – dijo la sra. Juanita – llevan a las vacas a la sala de ordeño –
“Qué emoción” pensé con ironía.
A mi lado venía Jim, tal vez con más miedo que yo, no lo sé. Durante el viaje de 2 días desde Lima, las únicas frases que le había escuchado decir habian sido: “Buenos días”, “Buenas noches” y “Tengo hambre”.
Bajamos del taxi y nos instalamos en los cuartos de huéspedes.
Pocas horas después, decidí tomar un baño antes de salir a desayunar. Me desnudé, ingresé a la tina; y cuando abrí las llaves de la ducha, salté espantado, me resbalé y caí de rodillas en el suelo.
“Tamare esta heladaza esta huevada” dije mientras me reincorporaba. Sentí ganas de llorar.
Recordé cuando con mi viejo fuimos a la sierra peruana y no teníamos más remedio que lavarnos con agua tan helada como aquella. “Qué mierda” pensé. Y continué mi aseo sintiendo por momentos al agua, como si me hincara con alfileres.
Cuando salimos a desayunar, todos nos miraban… “qué me miran” pensaba yo, mientras actuaba un comportamiento normal.
Una mujer de edad sabia e irrevelable, de pelo corto, mirada amable y sonrisa apacible me regaló un tono de voz dulce.
- Yo soy la señorita Nora y soy la inspectora del Liceo – nos dijo. – Si quieren tomarse un baño me dicen para prender la terma chiquillos –
- Gracias señorita - dije, mientras Jim me miraba conteniendo la risa.
- A mí me gusta más el agua fría – le increpé a Jim. Él se encogió de hombros.
IER San Rafael: Un lugar donde se forman buenas vidas
No podemos asegurar el rumbo que tomara nuestra vida luego del simple hecho de elegir un kínder, un estilo de ropa, una carrera, un (a) compañero (a), tener hijos ni nada… Uno jamás piensa en lo que va a encontrar luego de tomar decisiones tan aparentemente sencillas, ni lo insospechadamente complejas que pueden resultar a largo tiempo. Es un misterio, encantador misterio.
El año que viajé a Chillán, a mis padres les tocó la complejidad de elegir entre una carrera universitaria y una carrera técnico agrícola para mí. Eligieron la segunda; y no pasó mucho tiempo para sentirme algo arrepentido, frustrado. La primera opción me hubiese traído la satisfacción y la vana creencia de éxito a una muy corta edad (y cuanta falacia). Pero vuelvo al inicio sobre lo complejo y lo sencillo. La carrera que me resultó de la segunda opción, me trajo conocimientos que me enseñarán a vivir el resto de mi vida.
A través de la educación hemos llegado a una realidad de competencia feroz, donde la necesidad de hacer genios a los jóvenes a muy temprana edad entrega la absurda sensación de confort y penoso orgullo. Las escuelas pugnan por puntajes de reconocido avance académico. Todo debe ser primeros puestos, tonta necesidad de reconocimiento. Las escuelas llegarán así finalmente a la devastadora realidad de mecanizar corazones, robotizar cerebros y automatizar vidas. Pero No, en nuestro querido Liceo hacen más que eso. Realmente más; realmente formadores de identidad personal, social, cultural… formadores de buenas vidas, de buenas personas.
En sus salones conocí la picardía del profesor Vicente, el ímpetu de la profesora Jacqueline (entonces directora), la voz minúscula de la profe Patricia, los ojos blancos de la profe Tatiana cuando renegaba y su pintoresco portatizas rosado. Escuché la clásica “yegua en la era” en la voz de tenor del profe Rogelio, aprendí a jugar ping pong con el profe Marcelino, me maravillé con cada palabra sobre biología salida del profe Cancino, me enamoré como todos de la sonrisa de la Profe Gabriela y me ponía nervioso como a muchos también la risa estridente de la señorita Gladys, secretaria de entonces.
En sus salones descubrí mis talentos, una capacidad de liderazgo que jamás creí tener. En sus praderas descansaron mis pies encallecidos por el esfuerzo de trabajar al ritmo de mis compañeros, mis manos también supieron gotear sus ampollas, también supe levantarme a primera hora como todos buscando becerros (que acabaron en el silo y salían borrachos), levantando vacas muchachonas, mandándoles besos al aire (gracioso sonido de arreo), vi de mi boca emanar el vapor en esas mañanas congeladas y escuché crujir el suelo granizado a cada paso que se daba. También me subí a los árboles en noches de temporales a llorar mis recuerdos y mis pesares. Supe bailar la cueca con mi amigo Nano en el internado, supe enseñarle saya a mi amigo Hugo. Aprendí a saber acariciar a una guitarra. Fui vitoreado jugando ping pong y pifeado jugando al fútbol. Conocí la incondicionalidad de la amistad en mis amigos (hoy en día una utopía). También fui adoptado por las tías de la escuela (que siempre suelen acoger niños descarriados y huachos como uno). Viajé a muchas casas y recibí el amor que suelen designarle solamente a sus hijos. Me he recostado también sobre los fardos en los trigales, en noches despejadas contando las estrellas que se desprenden y caen; y como más de uno le he hablado a la Luna y mucho. Me defendieron muchas veces; y los defendí cuando tuve la oportunidad. Entendimos que en nada éramos diferentes. Que los límites de pronto son leyenda urbana; y la historia volvimos a escribirla.
Es imposible resumir en miles de líneas todo lo aprendido día por día en una escuela que me abrió las puertas de par en par; que me quitó la mitomanía de raíz cuando estuve acostumbrado a creer que la amistad y el amor a ese nivel sólo existía en la fantasía de todos mis cuadernos escritos. Nada hay en mi interior que sea mayor al agradecimiento que guardo por todos ustedes, desde Santiago hasta Temuco… Y todas las historias de jóvenes que como uno, coincidimos en un mismo Liceo (decisión para algunos sencilla, decisión para otros compleja).
Gracias a todos. Infinitas gracias. Felicidades en sus reuniones. Dios los colme de bendiciones… Por favor, hagan extensivo mis saludos a todos.
El año que viajé a Chillán, a mis padres les tocó la complejidad de elegir entre una carrera universitaria y una carrera técnico agrícola para mí. Eligieron la segunda; y no pasó mucho tiempo para sentirme algo arrepentido, frustrado. La primera opción me hubiese traído la satisfacción y la vana creencia de éxito a una muy corta edad (y cuanta falacia). Pero vuelvo al inicio sobre lo complejo y lo sencillo. La carrera que me resultó de la segunda opción, me trajo conocimientos que me enseñarán a vivir el resto de mi vida.
A través de la educación hemos llegado a una realidad de competencia feroz, donde la necesidad de hacer genios a los jóvenes a muy temprana edad entrega la absurda sensación de confort y penoso orgullo. Las escuelas pugnan por puntajes de reconocido avance académico. Todo debe ser primeros puestos, tonta necesidad de reconocimiento. Las escuelas llegarán así finalmente a la devastadora realidad de mecanizar corazones, robotizar cerebros y automatizar vidas. Pero No, en nuestro querido Liceo hacen más que eso. Realmente más; realmente formadores de identidad personal, social, cultural… formadores de buenas vidas, de buenas personas.
En sus salones conocí la picardía del profesor Vicente, el ímpetu de la profesora Jacqueline (entonces directora), la voz minúscula de la profe Patricia, los ojos blancos de la profe Tatiana cuando renegaba y su pintoresco portatizas rosado. Escuché la clásica “yegua en la era” en la voz de tenor del profe Rogelio, aprendí a jugar ping pong con el profe Marcelino, me maravillé con cada palabra sobre biología salida del profe Cancino, me enamoré como todos de la sonrisa de la Profe Gabriela y me ponía nervioso como a muchos también la risa estridente de la señorita Gladys, secretaria de entonces.
En sus salones descubrí mis talentos, una capacidad de liderazgo que jamás creí tener. En sus praderas descansaron mis pies encallecidos por el esfuerzo de trabajar al ritmo de mis compañeros, mis manos también supieron gotear sus ampollas, también supe levantarme a primera hora como todos buscando becerros (que acabaron en el silo y salían borrachos), levantando vacas muchachonas, mandándoles besos al aire (gracioso sonido de arreo), vi de mi boca emanar el vapor en esas mañanas congeladas y escuché crujir el suelo granizado a cada paso que se daba. También me subí a los árboles en noches de temporales a llorar mis recuerdos y mis pesares. Supe bailar la cueca con mi amigo Nano en el internado, supe enseñarle saya a mi amigo Hugo. Aprendí a saber acariciar a una guitarra. Fui vitoreado jugando ping pong y pifeado jugando al fútbol. Conocí la incondicionalidad de la amistad en mis amigos (hoy en día una utopía). También fui adoptado por las tías de la escuela (que siempre suelen acoger niños descarriados y huachos como uno). Viajé a muchas casas y recibí el amor que suelen designarle solamente a sus hijos. Me he recostado también sobre los fardos en los trigales, en noches despejadas contando las estrellas que se desprenden y caen; y como más de uno le he hablado a la Luna y mucho. Me defendieron muchas veces; y los defendí cuando tuve la oportunidad. Entendimos que en nada éramos diferentes. Que los límites de pronto son leyenda urbana; y la historia volvimos a escribirla.
Es imposible resumir en miles de líneas todo lo aprendido día por día en una escuela que me abrió las puertas de par en par; que me quitó la mitomanía de raíz cuando estuve acostumbrado a creer que la amistad y el amor a ese nivel sólo existía en la fantasía de todos mis cuadernos escritos. Nada hay en mi interior que sea mayor al agradecimiento que guardo por todos ustedes, desde Santiago hasta Temuco… Y todas las historias de jóvenes que como uno, coincidimos en un mismo Liceo (decisión para algunos sencilla, decisión para otros compleja).
Gracias a todos. Infinitas gracias. Felicidades en sus reuniones. Dios los colme de bendiciones… Por favor, hagan extensivo mis saludos a todos.
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